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lunes, 20 de noviembre de 2017

La doble vía del conocimiento: esoterismo y exoterismo

          
 

             Siempre ha habido y habrá pensamientos y experiencias de corte esotérico: una evolución mental por debajo y en paralelo a las culturas hegemónicas con una base intelectual que todos conocemos por educación social y, consecuentemente, forman parte intrínseca de nuestras creencias más comunes. Hay ejemplos significativos en muchas culturas antiguas; en la griega, por ejemplo, Pitágoras o el mismo Platón enseñaron sirviéndose de un doble lenguaje: uno más común y visible para la mayoría de sus discípulos y otro de carácter más simbólico dirigido a aquellos elegidos e "iniciados" como futuros depositarios de los más altos secretos de la sabiduría que tales maestros custodiaban.
               El autodidacta Piotr Demiánovich Ouspensky (discípulo durante algunos años de Gurdjieff y su "Cuarto Camino"), al igual que otros estudiosos de estos temas, se planteó el misterio oculto de las catedrales góticas en el medievo, de la Esfinge egipcia o de los textos sagrados hinduistas o la propia Biblia hebrea; por todo ello tiene razón de ser que este tipo de corrientes de pensamiento puedan ocultarse a veces, siempre con la mirada puesta en su reaparición en otros momentos históricos en que los avatares pudieran serles más propicios.
            Es obvio afirmar que el ser humano está hecho de una pasta claramente visible y material, pero por debajo de ella bulle algo que presentimos que es ignoto, oculto a nuestra cotidiana mirada. La misma física cuántica nos habla abiertamente, por especulación científica sometida a cálculos matemáticos, acerca de que el sustrato de toda la materia que existe en el Universo es una energía oscura de características desconocidas, que podría ser la causa y soporte de todo cuanto percibimos como realidad.
           En fin, seguimos desconociendo aún casi todo de casi todo, a pesar, claro está, de cuantos avances científicos-tecnológicos constituyen el legado de nuestra civilización. Y ello es debido, sin duda, a que la raíz del conocimiento humano parece transitar a través de una doble vía: la exotérica, propia de la Ciencia y la Tecnología, y la esotérica, constitutiva del entramado sobre el que se asienta la Espiritualidad y el núcleo más íntimo de las diferentes Religiones.
             Por eso, y como conclusión final, añadiremos que mientras no se produzca una revolución de magnitud tal que permita una completa identidad de estas dos polaridades que activan la mente humana, dicho fenómeno se manifestará siempre así, al tratarse de dos marcos de experiencia impermeables e irreductibles entre sí: dos caras de una misma moneda. Una moneda cuya profunda esencia nos es absolutamente desconocida.

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